
Actualmente, y en gran parte, debido al ritmo de vida que llevamos, resulta complicado el establecer unas normas y límites con nuestros hijos. Después de un día de trabajo, al llegar a casa, lo que menos nos apetece es tener que batallar con los pequeños. Por ello, muchas veces, somos nosotros mismos los que acabamos resolviendo la situación, intentando evitar confrontaciones y discusiones. En otras ocasiones, queremos que nuestros hijos confíen en nosotros, y pasamos de ser una figura paternal a una figura que se aproxima más al de “colegas” de nuestros hijos.
¿Por qué son necesarios los límites?
En todas estas situaciones, no hemos de perder de vista la importancia que tiene para los niños el establecer unas normas y límites claros. Y nos podemos preguntar, ¿por qué son necesarios los límites? Porqué ayudan al niño a tener claros determinados criterios sobre las cosas, son referencias constantes y le enseñan a organizarse. Necesitan que el adulto le ponga límites, para que ellos puedan reconocer y respetar los límites de las otras personas.
Al contrario de lo que muchas veces pensamos, las pautas y las normas aportan tranquilidad y estabilidad a los más pequeños. Ayudan a estructurar su funcionamiento cognitivo y a entender el mundo en el que vivimos. Las normas ofrecen a los pequeños una estructura sólida a la que aferrarse y son una referencia.
Además, enseñan al niño que, en algunas ocasiones, no podrá conseguir todo aquello que desee. Le ayudará a aceptar el no y es un entrenamiento de futuro para las posibles frustraciones que se encuentre en el camino de la vida.
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